Eres una vida más
llena de existencia y de sensibilidad
que espera con ansias
el día en que alguien te querrá...

Tu alma es solitaria,
justa y sin escuchar
los reclamos de la gente
que a tu lado pasan sin cesar...

Tus piernas atrapadas están
entre el concreto de esta ciudad
y el martirio de la soledad
bajo el murmullo de alas al trinar...

Las tardes que pasan incesantes
entre el cielo estremecido por el caos
y los estruendos de metales ensamblados
en el augurio del maestar general...

Siempre estás en soledad
en el acantilado de la banqueta
esperando a que amanezca
para volver a comenzar...

Con larga edad que te sostiene
a pesar de la humanidad,
del cansacio en tu agrietada piel
que el viento siempre deja pasar...

Pude encontrar hoy esa caras
al gritar con voces ya ahogadas
por la cotidianidad de las personas
agobiadas, cansadas, desesperanzadas.


Hoy vi un árbol solitario, al que ésto está dedicado, mientras sigue ahí parado y yo aquí recordándolo.


Erika Arias