Detrás del Telón.
Erika Arias Franco
artistaequilibrista.blogspot.com
Comienza el espectáculo, se escuchan los aplausos de cientos, no, parecen miles de personas entusiasmadas que explotan sus sentidos en ese único momento en el que dejan de ser uno para convertirse en una gran ola de personas regidas bajo el mismo sentimiento.
¿De qué se trata? ¿Lo has vivido? ¿Recuerdas aquella vez? Seguramente… En el partido de futbol, en las luchas, en los toros, en los conciertos, en festivales, en manifestaciones, en encuentros, en exposiciones, en el teatro, en el circo, en el cine o en algún otro entretenimiento.
Al desarrollarse en una sociedad tan diversa, las personas adoptan algunos rasgos de su entorno con los cuales se identifican, al mismo tiempo discriminan otros que no están en contacto directo con su vida cotidiana. Es decir, se forman grupos sociales con una identidad común, los cuales tienden a actuar similarmente en sus hábitos de vida, consumo y ocupación del tiempo libre.
En este sentido, el consumo no material, sino cultural se ha vuelto un blanco explotable para la dinámica capitalista donde todo es vendible, incluso la diversión y el entretenimiento, que conforme avanzan los años se ha vuelto cada vez más poderoso en cuanto a atracción popular gracias al espectáculo.
Esto se ve reflejado en muchos aspectos de la vida cotidiana, por ejemplo, en las funciones de lucha libre se lleva a cabo una manifestación social muy particular, algunas personas toman cada semana como un ritual anti stress en donde se exteriorizan todas sus preocupaciones y malos ratos a través de gritos y el éxtasis de apoyar a rudos o técnicos.
Así mismo, al escuchar por el radio las canciones del ídolo musical del momento (sea cual sea), lo que en verdad importa es experimentarlo en vivo y a todo color, mejor aún si este proceso de catarsis se da acompañado de otras personas a su alrededor, que en ese momento están en comunión y les embargan los mismos sentimientos.
Empresas como OCESA en México han aprovechado y explotado al máximo ese afán vivencial que las personas valoran mucho más en aspecto sentimental, porque económicamente es un desfalco total. Y es claro… No es lo mismo estar ahí y sentirlo a que te lo platiquen.
Esto se evidencia con el poderoso auge de los conciertos en los últimos años (hay para todos los gustos, nacionales e internacionales) y por supuesto que sus ganancias son mayores en todos los sentido. Primero se conoce al artista en vivo y ya después si ha valido la pena compran la playera, el poster, la taza, el llavero y tal vez hasta el disco pirata… algunas veces les gusta tanto que se llevan el original. El merchandising es casi ilimitado en creatividad.
Pero dejando de lado la obviedad de los shows musicales, artísticos y deportivos, están esos espectáculos que nos proporcionan los medios de comunicación, la televisión como su principal expositor. Y no sólo se encuentran en el top figuras como Niurka o Fabiruchis, que por sí solos son todo un espectáculo de gran demanda para la sociedad voyerista del país.
No, también hay espectáculo en el gobierno y la política… Ah cómo son famosos todavía los videos de Bejarano o los típicos de Diputados dándose con todo en plena cámara. Y es que si me dedico a mencionarlos todos no termino, pero seguro recuerdan más de uno que hasta se ha vuelto chiste nacional ¿copelas o cuello?
Así es, desde “El Místico” hasta López Obrador hay espectáculo de sobra, algunos divertidos, otros innecesarios, pero ahí están, frente a nuestras miradas, por todos lados, cada quien que los consuma de la mejor forma.
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