Ahí estabas como cada noche que yo entraba al departamento, esperándome tan tranquilo que me ponías de buen humor.
Tenías aspecto un tanto maniático ¿o sería mi imaginación? No lo sé pero me acerqué a ti tratando de rozarte suavemente con mis labios.
Tu temperatura era un tanto tibia, lo que me provocaba bastante agrado pero decidí que era mejor tenerte bien listo y calientito a mi lado.
Te tuve entre mis manos bastante tiempo, tu olor eran tan agradable que ni siquiera me atrevía a moverte, así nos quedamos los dos quietos, sumidos en una profundidad que parecía embriagante.
Estando cerca de ti todo me parecía maravilloso, tú lo eras todo en ese momento. No pude soportarlo más y aspiré profundamente antes de probarte así como lo hice, no hicieron falta los detalles todo vino rápido y agradable sin mortificación alguna.
Eras magnifico, así ya calientito me gustabas más. Podía sentirte dentro de mí y yo gozaba con tu dulce sabor. Tanto calor sonrojó mis mejillas y sentía sudor en mi frente que expresaba mi éxtasis al tenerte.
Terminé, necesité un tiempo de reposo y casi me quedé dormida en el sillón. Luego me levanté y tomé mi taza de café, habías estado tan maravilloso que decidí prepararme otro, esta vez un espumoso capuchino.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario